El Papa habla a los jóvenes en el Vía Crucis
"Queridos hermanas y hermanos, buenas tardes. Ustedes hoy van a caminar con Jesús. Jesús es «el camino» (Jn 14,6), y vamos a caminar con él. Porque cuando estuve entre nosotros, Él caminó, Jesús caminó. Caminó curando a los enfermos, atendiendo a los pobres, haciendo justicia. Caminó predicando, enseñando. Jesús camina, pero el camino que más está grabado en nuestro corazón es el camino del calvario, el camino de la cruz. Y hoy ustedes van con la oración, nosotros, yo también, con la oración a renovar el camino de la cruz. Y miremos a Jesús que pasa y caminemos con Él. El camino de Jesús es Dios que sale de sí mismo, sale de si mismo para caminar entre nosotros. Eso que escuchamos tantas veces en la misa, el verbo se hice carne y caminó entre nosotros. ¿Se acuerdan? Y el verbo se hice hombre, y caminó entre nosotros. E eso lo hace por amor. E eso lo hace por amor.
Y la cruz, que acompaña cada JMJ, es el icono, es la figura, de este camino. La cruz es el sentido más grande, del amor más grande, ese amor con que Jesús quiere abrazar nuestra vida. La tuya, la tuya, la tuya, la de cada uno de nosotros. Jesús camina por mí. Lo tenemos que decir todos. Jesús empieza este camino por mí. Para dar su vida por mí. Y nadie tiene más amor que dar la vida por sus amigos. Que dar la vida por los demás. No se olviden de esto, nadie tiene más amor que aquel que da la vida. E esto lo enseñó Jesús. Por eso, cuando miramos el crucificado, es tan doloroso, una cosa tan dura vemos la belleza del amor que da su vida por cada uno de nosotros.
Decía una persona muy inteligente, una frase que a mí me tocó mucho. Dicia así: «Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor» (P. MAZZOLARI, Un volto da contemplare, Milán 2001, 86); «Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor». Y Jesús camina, pero espera algo. Espera nuestra compañía. Espera que miremos, no sé, espera abrir ventanas de mi alma, de tu alma, del alma de cada uno de nosotros. Que feas son las almas cerradas. Que siembran para dentro, que miran para adentro. No tiene sentido, Jesús camina y espera con su amor, espera con su ternura, darnos consuelo. Ensugar nuestras lágrimas. Voy a hacer una pregunta ahora, pero no la contesten en voz alta, cada uno se la contesta a si mismo. ¿Yo lloro de vez en cuando? ¿Hay cosas en la vida que me hacen llorar? Todos en la vida hemos llorado, y lloramos todavía. Y ahí está Jesús con nosotros. Él llora con nosotros, porque nos acompaña en la obscuridad que nos lleva adentro. Vamos a hacer un poquito de silencio y cada uno le diga a Jesús porque llora en la vida. Cada uno de nosotros se lo dice ahora. En silencio.
Jesús con su ternura enjuga nuestras lagrimas escondidas, Jesús espera colmar con su cercanía nuestra soledad. Que triste son los momentos de soledad. Él está ahí, el quiere colmar nuestra soledad, Jesús quiere colmar nuestro miedo, tu miedo. Mi miedo. Esos miedos oscuros, los quiere colmar con su consolación. Y Él espera a empujarnos, abrazar el riesgo de amar. Pero ustedes lo saben, lo saben mejor que yo. Amar es riesgoso. Hay que correr el riesgo de amar. Eso es un riesgo, pero vale la pena correrlo. Y Él nos acompaña en él, siempre nos acompaña, siempre camina, siempre a lo largo de la vida está junto a nosotros.
Yo no quisiera abordar más cosas, hoy vamos a hacer el camino con Él, el camino de su sufrimiento, el camino de nuestras ansiedades, el camino de nuestras soledades.
Ahora un segundito de silencio y cada uno de nosotros piense en su propio sufrimiento, piense en la propia ansiedad, piense en las propias miserias. No tengan miedo. Piénsenlas. Y piensen en las ganas de que el alma vuelve a sonreír."