Discurso del Papa Francisco en Fátima
Queridos hermanas y hermanos: Bom dia!
Gracias, Mons. Ornelas, por sus palabras y gracias a todos ustedes por la presencia y la oración. Hemos rezado el Rosario, una oración bella y llena de vida, porque nos pone en contacto con la vida de Jesús y de María. Y hemos meditado los misterios gozosos, que nos recuerdan que la Iglesia puede solamente ser un hogar lleno de gozo. La pequeña capilla en la que nos encontramos es como una hermosa imagen de la Iglesia: acogedora, sin puertas, la Iglesia no tiene puertas, para que todos puedan entrar. E aquí también podemos insistir en que todos pueden entrar. Porque esta es la casa de la madre, y una madre siempre tiene el corazón abierto para todos los hijos. Todos, todos, todos. Sin exclusión.
Estamos aquí, bajo la mirada maternal de María, estamos aquí como Iglesia, Iglesia madre. Y la peregrinación es un rasgo mariano, porque la primera a hacer una peregrinación después de la anunciación de Jesús fue María. Apenas se interó que estaba embarazada la muy mayor la prima, salió corriendo. Es una traducción un poco libre, pero el Evangelio dice “Salió con apuro”. Nosotros diríamos, salió corriendo. Salió corriendo con ese afán de ayudar, de estar presente. Hay tantas avocaciones de María, pero una que podemos decir también pensando, es esta: la virgen que sale corriendo. Cada vez que hay un problema, cada vez que la invocamos, no tarda. Viene. Se apura. Nuestra Señora apurada. ¿Les gusta eso? Lo digamos todos juntos. Nuestra señora apurada. Se apura porque es madre. Apressada. En portugués se dice ‘apressada’, me dice Monseñor Ornelas. Nossa Senhora apressada. E así acompaña la vida de Jesús, y no se esconde después de la Resurrección. Acompaña los discípulos, esperando el Espírito Santo y acompaña la Iglesia que empieza a crecer, después de Pentecostés. Nuestra señora apresada y nuestra señora que acompaña. Siempre acompaña, nunca es protagonista. El gesto de María, madre de acoger es doble: ¿primero acoge, y después así, porque esto? Señala Jesús. María en su vida, no hace otra cosa que señalar a Jesús. Hagan lo que les diga. Siguen a Jesús. Estos son los dos gestos de María. Piénsemelo bien, no acoge a todos, señala a Jesús. Y esto lo hace un poco apurada, apressada. Nuestra señora apressada, que nos acoge a todos y nos señala a Jesús. Y cada vez que venimos aquí recordamos esto. María que se hizo presente de una manera especial. Para que la incredulidad de tantos corazones se abriera a Jesús, con su presencia no señala a Jesús. Siempre con esto, señala a Jesús. Y hoy está aquí entre nosotros, está siempre entre nosotros, por ella nos sentimos mucho más cerca. María apurada.
Amigos, Jesús nos ama hasta el punto de identificarse con nosotros y nos pide que colaboremos con Él. Y María nos señala esto que nos pide Jesús. Caminar en la vida, colaborando con Él.
Quisiera que hoy miremos la imagen de María y cada uno piense que me dice María como Madre. ¿Que me está señalando con el dedo? Nos señala Jesús, a veces nos señala también alguna cosita que en el corazón no funciona bien. Pero siempre señala. ¿Madre, que me estás señalando a mí? Hagamos un pequeño instante de silencio y cada uno en su corazón, diga: ¿Madre que me estás señalando a mí? Que hay en mi vida que te preocupa, ¿que hay en mi vida que te conmueve? ¿Que hay en mi vida que te interesa? Y tú lo señalas. E ahí nos señala el corazón para que Jesús venga y así como a nosotros nos señala Jesús, a Jesús le señala el corazón de cada uno de nosotros.
Queridos hermanos, sintamos hoy esa presencia de María madre. La madre que siempre mira a loque Jesús le diga. Nos señala a Jesús. Pero la madre que le dice a Jesús hace lo que estes te están pidiendo. Esa es María, esa es nuestra madre. Nuestra señora apressada para estar cerca de nosotros. Que ella nos bendiga a todos. Amén.